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viernes, 12 de febrero de 2010

Cómo ayudar a nuestros hijos e hijas a tomar decisiones

Educar para la toma de decisiones es uno de los aprendizajes más útiles. Las decisiones que los jóvenes vayan a tomar a lo largo de su vida les ayudarán a madurar, valorarse y apreciar el entorno, les harán más fuertes para afrontar situaciones de riesgo y les facilitarán la elección de su futuro académico y profesional.
Imagen del artículoProbablemente pensemos que es fácil tomar una decisión simple, como elegir la ropa que me pondré por la mañana, qué hacer después de ir al colegio o qué merendar por la tarde. Sin embargo, el asunto se complica cuando hay que realizar una elección cuyo resultado puede tener consecuencias importantes, como el futuro itinerario académico profesional.

Menores escuchados, adultas y adultos independientes

A medida que los niños y las niñas se van haciendo mayores, han de tener la oportunidad de tomar sus propias decisiones. La familia no les debe dar las cosas hechas, ni tiene que estar siempre encima. Por más difícil que pueda ser al principio, los padres y las madres deben dejar que las y los más pequeños se equivoquen, incluso que cometan errores. Si se sobreprotege a los niños y a las niñas no llegarán a desarrollar la confianza en sí mismos, ni aprenderán a asumir responsabilidades o a tomar decisiones por sí solos. No hay que tener miedo, sino todo lo contrario, hay que animarles a ser independientes.
Es necesario que la familia sea comprensiva en el caso de que las cosas no salgan bien a la primera. Hay que valorar su buena voluntad y animarlos a intentarlo de nuevo hasta conseguir el objetivo. Una buena idea es elogiar sus pequeños avances, pero sin caer en elogios excesivos porque éstos acabarán por perder su valor. Las críticas también son necesarias para que conozcan sus puntos débiles, pero nunca se deben hacer críticas personales del niño o de la niña, sino que hay que hacer críticas constructivas y sugerencias aludiendo a que se puede probar de nuevo a hacer las cosas de otro modo, u orientarles en cómo hacerlas para conseguir mejores resultados.
De forma paulatina y al ritmo que establezca cada familia se debe ir asumiendo la participación e implicación de todos los miembros en la toma de decisiones y en la realización de actividades. Aceptar que los niños y las niñas tomen sus propias decisiones con sentido crítico fomentará, además, en ellos el espíritu emprendedor y la iniciativa personal; dos valores muy importantes para la vida adulta.
Es esencial que los niños y niñas ganen en seguridadPara que una niña o un niño se atreva a expresar su opinión cuando le pase algo, cuando vea algo injusto a su alrededor o cuando quiera participar en una conversación de grupo, es necesario que previamente haya tenido esta libertad en su casa. Para desarrollar la confianza en sí mismo, aprender a tomar decisiones y convertirse en una persona independiente es necesario que en el núcleo familiar se escuche a los hijos e hijas, se les deje acabar las frases y se les permita interrumpir una conversación de vez en cuando. Para obtener un buen nivel de autoestima es necesario que la familia transmita seguridad. Los psicólogos infantiles recomiendan recordar a los niños y niñas que son importantes y reafirmárselo asiduamente con frases como: “tienes tu propia personalidad, tu propia voz y tomas tus decisiones”.
Es importante acostumbrarles a que tomen sus propias decisiones y a respetarlas, eso sí, recordándoles que serán también responsables de las consecuencias que sus decisiones conlleven. Si los niños y las niñas ven que en su casa cada miembro se involucra en la toma de decisiones y se responsabiliza de sus actos será mucho más fácil que ellos y ellas también aprendan a actuar de esa manera.
En los casos en los que la familia no esté de acuerdo con alguna de las decisiones que el menor o la menor ha decido tomar es importante hacérselo saber y establecer entre todos un diálogo constructivo en el que el niño o la niña explique no solamente qué es lo que quiere hacer, sino también por qué lo quiere hacer, cómo justifica esa decisión y si ha pensado en las consecuencias que pueden producirse.
Formación optativa
Hay ocasiones en las que los niños y niñas necesitan ayuda para tomar decisiones que posiblemente tengan consecuencias en su futuro, como puede ocurrir a la hora de decidir qué asignaturas se quieren cursar o a qué clases extraescolares apuntarse. A la hora de escoger las clases extraescolares hay que tener en cuenta el horario de los menores a fin de evitar que se sobrecarguen. Lo mejor es que estas clases extraescolares sirvan como complemento a los estudios y atiendan a sus intereses.
También hay que tener en cuenta que no es lo mismo elegir una clase extraescolar, donde no pasa nada si el niño o niña se cansan al segundo día, que ayudarles a elegir unas asignaturas optativas o unos estudios determinados. Lo mejor que se puede hacer para que los menores no tomen una decisión equivocada es sugerirles que piensen con detenimiento qué es lo que realmente quieren estudiar, que procuren asesorarse en los servicios de orientación, sopesen sus posibilidades y finalmente maduren si su elección les va a ser útil o prefieren explorar opciones cuando las cosas no están muy claras. Es bueno que las personas se equivoquen de vez en cuando para aprender de la experiencia y aunque no conviene que en la educación se tomen decisiones erróneas siempre hay posibilidades de recapitular y enmendar los errores.
Las familias deben saber que en este campo pueden obtener ayuda de los servicios de orientación escolar. La orientación escolar es un proceso de ayuda al alumnado y sus familias para que estos sean capaces de resolver los problemas y dudas de su vida académica. Pretende ayudar a que la persona elabore un concepto adecuado de sí mismo y de su papel. No es un proceso puntual, sino continuo en el tiempo, que persigue como objetivo el desarrollo de la persona. La ayuda para la toma de decisiones es una responsabilidad compartida, dentro de cada escuela, por las familias, profesorado, tutores/as y orientador/a.
Ahora bien, deben ser los hijos e hijas quienes tomen la decisión final para sentirse implicados en el logro de objetivos y para ello los padres y madres deben ayudarles a buscar su verdadera vocación, pero con mucha calma. También pueden involucrarse en la toma de decisiones buscando información sobre lo que ofrece el mercado en cuanto a instituciones educativas y su oferta formativa, duración de los cursos, en qué consisten y las posibilidades de futuro académico y profesional.

PEQUEÑOS TRUCOS
¿Cómo ayudar, entonces, a tomar decisiones?
Es importante que los padres y madres acompañen a sus hijos en este aprendizaje sin sustituirles, y respetando la decisión tomada, a fin de que puedan experimentar las consecuencias de lo decidido. Comenzarán por decisiones sencillas, para ir incorporando poco a poco otras situaciones más complejas. No podemos esperar que cuando sus hijos lleguen a ser “mayores” tomen decisiones adecuadas si no han ido incorporando paulatinamente esta destreza en su formación.
  • Dejar claro que podrán tomar sus propias decisiones siempre y cuando respeten el marco de una normativa o un sistema establecido y consensuado por la familia.
  • Hay que dejarles que se equivoquen.
  • Cuando algo salga mal, no hay que criticarles, sino alentarles a repetirlo hasta que les salga mejor.
  • Elogiarles sin caer en el halago excesivo y sin sentido.
  • Hacer siempre sugerencias y críticas constructivas, nunca personales.
Podemos contribuir a aumentar la capacidad para tomar decisiones si ayudamos a:
  • Resolver los problemas que crea la necesidad de tomar una decisión.
  • Buscar más de una solución.
  • Seleccionar una de las alternativas mediante la valoración de sus consecuencias.
  • Valorar la eficacia de las decisiones por medio de una discusión posterior.
Procedimiento para la toma de decisiones:
  1. Considerar todas las opciones posibles
  2. Considerar las ventajas e inconvenientes de cada opción
  3. Elegir

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